Jamones, cañas de lomo, quesos. No es el menú de un bar de tapas, sino parte de los regalos que la familia Rodríguez Mena entregó ayer a los bomberos que la semana pasada salvaron sus vidas, las de sus dos hijos y sus dos perros en el incendio que se registró en el edificio Maicandil de Sabinillas.
José Luis Rodríguez, su mujer, sus hijos -uno de 4 años y un bebé de unos meses-, y sus dos perros, estaban en la novena y última planta de este bloque de viviendas que el pasado jueves se llenó de humo al inciendiarse el cuadro de contadores situado en la plata semisótano. En un momento todo el edificio se convirtió en una gigantesca chimenea y los siete bomberos (tres de Manilva y cuatro de Estepona) que llegaron rápidamente al lugar desalojaron a los 150 vecinos, algunos con más dificultad que otros.
José Luis recuerda que él estaba con su hijo David en el balcón pero su mujer, al ver el humo se puso nerviosa y abrió la puerta del piso. «Eso fue peor porque todo el humo se metió en nuestra casa y no se veía nada. Ella, con el bebé en brazos, sin ver nada, aporreó la puerta de nuestra vecina y se refugió allí. Menos mal que llevábamos los móviles y nos comunicábamos».
El cabo Jair Pereira llegó a la novena planta mientras sus compañeros, con la escala exterior, alcanzaron el balcón de la familia.
«Como ya habíamos desalojado a la mayoría de los vecinos, creí que sería más rápido bajar por la escalera», relata. Así que colocó una máscara especial al bebé y bajó corriendo las nueve plantas del edificio. Mientras tanto, por el balcón sus compañeros rescataban a David. «Para él fue una aventura más que un trauma porque los bomberos le colocaron el casco y lo tranquilizaron hasta que lo descendieron por la escala», narra el padre.
Sus dos perros también estuvieron perdidos entre el humo hasta que los efectivos contraincendios los localizaron escondidos en el piso.
Pese al pánico que vivieron, la familia está feliz y muy agradecida. «A David le ha quedado un buen recuerdo de esta pesadilla», señala José Luís.
Y como ‘es de bien nacido, ser agradecido’, localizaron a los bomberos días después y les dijeron que querían ir a visitarlos. El matrimonio estaba decidido a recompensar a sus salvadores. «Mi mujer pensó que podíamos regalarles una consola de juegos, para que se entretengan mientras están en el parque, pero pensamos que siempre se lleva un jamón», cuenta el padre.
Regalos
Así que ayer se presentaron en el parque con cuatro paletillas de jamón, cuatro quesos y cuatro cañas de lomo. Además de estos sabrosos regalos, también les entregaron una figura de un bombero que lleva entre sus brazos a un bebé con una placa que reza: «En agradecimiento a los bomberos de Estepona por su profesionalidad y su gran labor. Sabinillas, 15 de agosto de 2018. Familia Rodríguez Mena». Y una fotografía de toda la familia, incluidos los dos perros, con la frase: «Gracias por hacer el mundo un poquito mejor».
La comunidad de propietarios del edificio Maicandil también ha remitido a los bomberos una carta de agradecimiento manifestando «su orgullo por tener un equipo de bomberos tan eficaces y con tanta humanidad».
El cabo Jair confesó ayer su sorpresa por tantas muestras de agradecimiento y comentó que no es necesario recibir este tipo de recompensas, «porque es nuestro trabajo» aunque reconoció que «es muy bonito recibir estas muestras de cariño, especialmente en este caso en el que hay implicados niños. La verdad es que somos muy afortunados de vivir estas historias con final feliz». Los héroes suelen ser muy modestos.
Fuente: Diario Sur
El rescate pudimos verlo en directo por nuestro Facebook: