Todas las mañanas se despiertan con la misma ilusión: que sea el primer día de su nueva vida, en el que reciban una llamada telefónica que les diga que hay un donante compatible con ellos. Por eso, cada vez que suena el teléfono el latido de su corazón se acelera y descuelgan el auricular con el deseo de escuchar que les ha llegado la hora de pasar por un quirófano para recibir el órgano que necesitan. Ese implante es la única alternativa que les queda para superar su enfermedad y tener una segunda oportunidad.

Esta es la historia de cinco personas que están a la espera de ser trasplantadas, cuatro adultos y una niña. Dolores Romero lleva doce años aguardando un riñón. Francisco Mancilla precisa sustituir su débil y cansado corazón. Juan Ramos saca fuerzas de no se sabe dónde para no dejarse ganar la batalla por su hígado casi destruido. Ricardo Ortiz va tirando como puede con sus riñones y páncreas enfermos. Y la niña Eva María García, (de Manilva) a sus cuatro años, no sabe qué es la médula ósea ni por qué esta ingresada en el Materno Infantil. Lo único que desea es jugar y ponerse buena.

La angustia, el miedo, la incertidumbre y el desánimo se mezclan en su devenir diario con la fortaleza, las ganas de seguir adelante, la resistencia y el mostrar buena cara al mal tiempo que les ha tocado en la lotería de la existencia. A veces se desesperan, otras su moral se resiente y piensan que tanto sacrificio merece mejor suerte, que sólo pretenden ser como una persona normal. Al final hacen de tripas corazón y confían en que su sufrimiento y desesperación acaben con el aviso de que ya ha aparecido el donante compatible. Y es que el mejor regalo que les pueden hacer es decirles que está preparado su trasplante.

Fuente: Sur.es

Diseño Web Manilva
Artículo anteriorPremios concurso de escaparates 2009
Artículo siguientePSOE pide anulación de la adjudicación del agua

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí