Esta madrugada del 28 al 29 de octubre se produce el cambio de hora en España para entrar en el horario de invierno. En este caso, a las 03:00 pasarán a ser las 02:00.
Como veremos más adelante, sabemos que este ajuste horario se va a mantener hasta octubre de 2026. A partir de esa fecha, todavía no conocemos si esta rutina bianual pasará a ser historia o si tendremos que seguir preguntándonos si esa noche nos toca dormir una hora más o una hora menos.
Origen e historia del cambio de hora
El político y científico estadounidense Benjamin Franklin (el inventor del pararrayos, padre fundador de Estados Unidos y rostro de los billetes de 100 dólares norteamericanos, entre otras muchas cosas) publicó anónimamente a finales del siglo XVIII un artículo en el Journal de París en el que explicaba cómo los parisinos podrían ahorrar velas adaptando sus costumbres a las horas de luz.
A Franklin le siguió el constructor inglés William Willet, quien a principios del siglo XX desglosó una serie de medidas de ahorro con un cambio de hora en verano. A esta conclusión llegó puesto que estaba acostumbrado a pasear a caballo antes de desayunar y se dio cuenta de que los londinenses dormían varias horas mientras ya era de día. Su propuesta, para evitar que el cambio fuese muy brusco, era modificar el reloj en transiciones de 20 minutos semanales.
Ni la propuesta de Franklin ni la de Willet tuvieron aplicación inmediata, pero se consideran el germen de lo que vendría después. ¿Pero cuándo y dónde se dio el primer cambio de hora? Pues fue en 1916 en Estados Unidos y la razón fue ahorrar combustible en tiempo de carencias provocado por la Primera Guerra Mundial.
Horarios en España
Antes de entrar en detalle sobre la historia y evolución de las modificaciones horarias en España, resulta interesante conocer la evolución de los horarios en nuestro país.
A principios del siglo XX en España había tantas zonas horarias como provincias, puesto que la hora la fijaba el sol, una realidad que llegó a provocar desfases de hasta 42 minutos entre unas zonas u otras. Los boletines de noticias de las radios habrían sido bastante entretenidos de haber existido en aquella época…
¿Pero qué provocó la unificación del horario?
El desarrollo del ferrocarril al tener que conocer la hora para evitar colisiones en la circulación de los trenes llevó a la necesidad de unificar los horarios.
En julio de 1900, la Reina María Cristina de Habsburgo-Lorena (regente tras la muerte de Alfonso XII quince años atrás) puso fin al problema al firmar un decreto que unificó el horario en toda España, incluidas las Islas Canarias (hasta 1922 no pasarían a tener una hora menos que la España peninsular), siguiendo el Meridiano de Greenwich. Aunque como hemos dicho el decreto se firmó en 1900, hasta el 1 de enero de 1901 no entró en vigor.
Historia del cambio de hora en España
En 1918 se produjo el primer cambio de hora en España, aunque se debería puntualizar que ni entre los años 1920 y 1925 ni entre 1930 y 1936 se produjo el cambio de hora. Y habría que añadir la curiosidad de que durante la Guerra Civil regían dos horarios diferentes, uno para la zona de cada bando.
En 1940, el Gobierno de Franco tomó la decisión de que España tuviera el mismo horario que la Alemania nazi y los países de Europa Central, lo que no ha sido modificado desde ese momento, mientras que el horario de verano resucitó en España y el resto de Europa en los 70 por la crisis del petróleo.
Y así continuamos, con la duda de hasta cuándo se va a mantener el cambio de hora. Oficialmente, tal y como recoge el Boletín Oficial del Estado, el cambio de hora va a seguir existiendo en nuestro país hasta 2026.
Y a partir de entonces… no se sabe. La Comisión Europea, ya en 2018, anunció su intención de cancelar definitivamente los cambios de hora, permitiendo a cada país escoger la preferencia por el horario de verano o el de invierno.
Pero lo cierto es que todavía no tenemos ninguna certeza sobre si en 2026 será la última vez que tengamos que adelantar (o atrasar) las manillas del reloj. Algo de lo que la Generación Z quizá no sepa ni de qué estamos hablando…
Cómo afecta el cambio de hora al ahorro energético
Como ya hemos comentado en la parte de origen e historia, las primeras personas a las que se les ocurrió plantear el cambio de hora lo hacían como propuesta para ahorrar energía. ¿Pero es realmente efectivo el cambio de hora desde el punto de vista del ahorro energético?
Hay estudios, como el de IDEA (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), que estiman que el cambio de hora puede acarrear un ahorro energético del 5% del consumo total, si bien se trata de datos del año 2015 que no han sido actualizados posteriormente.
Por otro lado, el Ministerio para la Transición Energética explicaba en 2019 que “no existen informes actualizados ni experiencias contrastadas” que “permitan aseverar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos”.
Según el ministerio, “las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación, edificación y en los sistemas de climatización, han modificado significativamente los datos que originalmente se utilizaron para calcular los ahorros energéticos”.
Aunque originalmente el cambio de hora estuviera concebido como una medida de ahorro energético en iluminación, no es tan evidente que ocurra con la calefacción, que incluso podría ver incrementado su consumo, si bien es difícil de medir debido a la influencia de factores externos como la geografía, la meteorología o incluso el comportamiento de los usuarios.
Así pues, podemos concluir que no existe consenso a la hora de determinar si el cambio de hora supone un ahorro energético realmente significativo.
Cómo afecta el cambio de hora a tu salud
Tampoco existe unanimidad en los expertos sobre los efectos en la salud del ajuste de hora. Lo que sí es cierto es que, desde un punto de vista fisiológico, el cambio de hora altera la secreción de melatonina, una hormona que regula el sueño.
A este cambio habría que añadir que los horarios de trabajo siguen siendo los mismos pese al cambio de hora, por lo que, desde el punto de vista biológico, nos levantamos con una hora de diferencia (amanece una hora antes en el cambio de octubre y una hora después con el cambio de marzo) rompiéndose de esta manera la rutina del sueño.
El efecto generado en nuestro organismo por esta situación es similar al provocado por el jet-lag al viajar en avión a zonas con husos horarios distintos.
Las consecuencias para la salud pueden ser varias, desde el cansancio o la fatiga hasta la irritabilidad, con un mayor grado de afectación en niños y personas mayores, ya que son las personas de esos espectros de edad los que cuentan con una mayor sensibilidad a los cambios hormonales.
En cualquier caso, la estimación es que en tres días el organismo se ha habituado a la modificación horaria.
Sin embargo, también hay expertos que niegan los efectos negativos en el organismo. El argumento esgrimido es que esta alteración podría ser nociva para el cuerpo humano si todos los días del año amaneciera y anocheciera a la misma hora, algo que, debido a la inclinación de la Tierra, no sucede.
De hecho, la inclinación del planeta es precisamente la razón por la que los países más cercanos al Ecuador históricamente no han necesitado cambiar la hora puesto que la diferencia en horas de luz a lo largo del día apenas varía durante el año.
Tecnología para sincronizar el cambio de hora
Hasta hace unos años, la variación de la hora llevaba aparejado tener que ir cambiando los relojes de casa. Pero ese ritual empezó a dejar de tener que llevarse a cabo cuando nuestros dispositivos electrónicos comenzaron a modificar automáticamente la hora.
¿Pero cómo se produce ese cambio de hora de manera automática en nuestros teléfonos u ordenadores? Se da gracias al NTP (Network Time Protocol), un protocolo que sincroniza los relojes de los sistemas informáticos mediante Internet o LAN.
La importancia de NTP va más allá de la comodidad de no tener que estar pendientes del cambio de hora. Y es que puede llegar a ser de suma relevancia que en campos como la seguridad haya dispositivos en los que no ha” ni un mínimo retraso de fracciones de segundo en determinados sistemas informáticos.
Como ya hemos apuntado anteriormente, el debate sobre los pros y los contras de los cambios de hora en los últimos fines de semana de los meses de marzo y octubre seguirá vigente en España, al menos, hasta el año 2026. Mientras tanto, seguiremos escuchando (y haciendo) la misma pregunta: “Entonces qué, ¿hoy dormimos una hora más o una hora menos?”.