Quien haya mirado estos dias hacia el mar desde la costa de Manilva, ha podido presenciar uno de los transportes marítimos más espectaculares del año. Una colosal estructura metálica —el tablier del futuro puente Anne-de-Bretagne, en Nantes— navega actualmente por aguas del Mediterráneo occidental, pasando frente al litoral manilveño en su viaje hacia el Atlántico.
La pieza central es, literalmente, una mole de acero y esto son sus datos:
- Largo: 150 metros
- Ancho: 42 metros (más que la mayoría de campos de fútbol)
- Altura total: 25 metros
- Peso del convoy: unas 3.100 toneladas
Procedente del puerto de Monfalcone (Italia), la estructura avanza lentamente sobre una enorme barcaza remolcada por dos potentes remolcadores a 6 nudos, aproximadamente (11 km/h), a lo largo de un trayecto marítimo y fluvial de 5.000 kilómetros.
Un viaje imponente
El convoy zarpó el 26 de octubre de 2025, tras una compleja operación de embarque que obligó a desmontar accesos portuarios y utilizar vehículos autopropulsados kamags para situar la estructura sobre la barcaza. Diez días después, llegó a las proximidades de las Baleares, y en estos días bordea la costa andaluza, visible desde la costa de Manilva antes de aproximarse al estrecho de Gibraltar.
Para garantizar su estabilidad durante la travesía, el tablier viaja asegurado mediante un sistema de haubanaje provisional, una red de cables que refuerza su rigidez para evitar deformaciones causadas por el oleaje o su propio peso. Según los técnicos del proyecto, el conjunto que navega «es comparable a un edificio de ocho plantas».
De Italia a Francia, rumbo a un puente emblemático
Tras cruzar el estrecho y superar el golfo de Vizcaya, la barcaza remontará el Loira desde Saint-Nazaire hasta el puerto de Cheviré, donde comenzará la fase final de ensamblaje. El objetivo: ampliar el actual puente Anne-de-Bretagne hasta triplicar su anchura y convertirlo en un “puente-plaza” capaz de acoger las nuevas líneas de tranvía 6 y 7 de Nantes. La inauguración está prevista para finales de 2027.
Más allá del espectáculo visual, el transporte del tablier en una sola pieza supone un importante ahorro medioambiental: evita más de 100 trayectos de camión y reduce en unas 6.000 toneladas las emisiones de CO₂ en comparación con un proyecto de sustitución total del puente.
Mientras tanto, desde Manilva hemos podido ver este gigante de acero cruzando el Mediterráneo, camino de convertirse en uno de los puentes más singulares de Europa.






