“La Mar de Vinos”
“El Bar Madrona siempre tuvo una clientela muy fiel. Eso es lo que aprendí de mi padre y eso es lo que intento yo en mi negocio”
La SUERTE, no siempre cae en la casa del que lo merece. Ni siquiera, tiene porqué caer repartida entre hogares humildes. Suerte en Magrebí es Baraka. Y baraka, era el apodo, con el que las tropas moras llamaban a cierto caudillo español de cuyo nombre no quiero acordarme y a la sazón de que nunca le rozaban las balas y cuando lo hicieron, y lo dieron por muerto, resucitó de entre todos los quintos que por el capricho e interés de unos pocos, se sacrificaban en aquellas batallas de la guerra de África. Así es la suerte. Mala o buena, te toca con su ala cuando menos la esperas.
Solo hay una circunstancia que con la suerte, siempre se da. En lotería, no toca al que no compra, pero para eso está la salud.
El VINO. El vino, tú ves, no es lo mismo. El vino lo escoges tú. No te escoge. Salvo que estés en circunstancias extremas, como que se te vaya todo al garete o estés perdidamente enamorado. Pero en situaciones normales, lo escoges tú. Aunque es tan caprichoso como la suerte. Te puedes morir de risa en compañía de buenos amigos con una botella de vino de Manilva, o pasar la más triste de tus veladas, acompañado tan solo de un Vega Sicilia de 300 euros.
Jose Antonio y yo, pensamos que nuestro mayor orgullo no es no haber fracasado nunca si no el habernos puesto de pie cada vez que nos hayamos caído, así que con unos bombones y un par de botellas de vino…..hemos decidido comenzar el camino, de esta entrevista.
Como quiera que son las 3 de la tarde y ya hemos comido, enfriamos un amontillado de bodegas Sauci con más de diez años y posteriormente traspasado a una barrica donde se le añade piel de naranja previamente resecada para aportarle el regustillo a ese fruto (Condado de Huelva), cortesía de “ La Mar de vinos”. Yo, que soy más profano, me he traído un Pedro Ximénez, de la bodega de los Cruz Conde de Córdoba, para no ser menos.
Jose Antonio Madrona, Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga, profesionalmente empresario del sector vinícola, receptor de Loterías y Apuestas del Estado. Además, dedica parte de su tiempo a desempeñar la vicepresidencia de Aecoma (asoc. de empresarios y comerciantes de Manilva), de 29 años, soltero, manilveño con deje gaditano, hijo de Antonio Madrona López (1940-2008) y de Leocadia Gallego García, nacida en Alcalá de los Gazules en 1943. Tiene dos hermanas, Juana Maria, abogada y madre de Luis, su por ahora único sobrino, al que adora y Rosa, que dirige el negocio junto con él compaginándolo con sus estudios de psicología.
Comenzamos la entrevista.
Me ha llamado la atención que seas licenciado en Historia y andes entre vinos.
La Historia es mi vocación más temprana, soy licenciado en Historia por la facultad de Filosofía y Letras de Málaga. Cuando finalicé mis estudios fui a Inglaterra 6 meses para perfeccionar mi inglés y a la vuelta comencé a trabajar en la Fnac de Marbella durante dos años, lo que me ha servido para mi trabajo actual que se basa en el trato con el cliente. Entre medias comencé el doctorado y, espero, que cuando tenga un poco más de tiempo, pueda terminar el año que me queda. Lo de tomar las riendas del negocio fue fácil: mi padre estaba a punto de jubilarse y tuve que valorar si quería seguir con la tradición familiar o trabajar por cuenta ajena. Decidí quedarme y ahora estoy feliz de haber tomado esa decisión, sobre todo porque tengo expectativas de fomentar el negocio de los vinos, una actividad que cuanto más conozco más me gusta. (Acaba de venir de la IX Feria del Vino y denominación de origen de Torremolinos y semanas antes del Salón del Vino y la Gastronomía de Málaga).
Siguiendo con el vino, me gustaría que me aconsejaras un buen vino, para probar unos pescados de Sabinillas que tengo en casa. Solo tengo diez euros.
En España tenemos una riqueza vinícola enorme y dentro de ella podemos encontrar buenos vinos a precios realmente interesantes. Hay vinos blancos muy correctos que no superan ese precio e incluso los hay hasta mas ajustados y que te servirían para salir airoso del tema. De entre las distintas denominaciones que existen te puedo proponer un Martín Códax (albariño) o bien uno andaluz, en este caso onubense, como pueden ser los Viña Barrederos del Condado de Huelva. También, como bodega novedosa en lo que a utilización de uvas autóctonas se refiere es destacable el blanco de uva monastrell que realiza Bodegas Castaño en la Región de Yecla, no suelen pasar de ese precio y son ideales para el pescado.
Hay vinos muy buenos, pero ya te digo que dependen del gusto de cada uno; puedes tener preferencias por los secos o afrutados… Yo procuro traerlos tras conocerlos en ferias. Pero el paladar de cada cliente, cuenta.
Al pescaito de aquí, personalmente, le pondría unos de nuestra región como los que te he mencionado antes, o alguno procedente de uvas chardonnay, que encajan muy bien para este tipo de comidas. Para no movernos de la provincia podrías atreverte con un Montespejo, de Tierra de Mollina. Y, para ir cerrando un poco más el círculo, los de Manilva. ¡Habrá que consumir productos de la tierra!
¿Y para carnes?
Si es carne de monte, carne jugosa, te recomendaría un vino joven o un roble que aún conserva esa explosión de frutas y fuerza tánica que poseen por juventud y que maridan perfectamente con el sabor de la carne de caza. Si lo que quieres es potenciar el sabor de un plato recurriríamos a un vino con crianza aunque aquí como en muchas otras cosas de la vida se puede innovar… Aunque no sólo depende del tipo de carne, sino de cómo la vas a hacer y como la vas a servir. Están lo que no suelen fallar como Viña Albalí o Protos roble, pero también puedes ir abriendo el horizonte y probar nuevas bodegas como Viña Salamanca, Bodegas Montreaga, Laus, etc.
¿Y de postre?
Pues mira, el que nos vamos a tomar ahora. (El amontillado y el Pedro Ximénez llevan ya media hora en una cubitera que Jose Antonio tenía preparada. Abre la primera y sirve sin dejar de hablar).
El mundo está revolucionado en todos los sentidos y esa revolución afecta también a la industria del vino. Ha habido todo un fenómeno de expansión, con la creación de nuevas bodegas, la actualización de las clásicas y el nacimiento de nuevos mercados, de nuevas zonas vinícolas y la transformación de otras. En fin, todo un mundo apasionante que estoy empezando a conocer. Cuesta que la gente salga del inmovilismo de las denominaciones clásicas.
En la industria de vinos ya caben artistas, futbolistas… No sólo están los propios agricultores y bodegueros si no gente que viene de otro ámbito y como tienen dinero lo invierten en viñedos y bodega, innovando en la forma de hacer vinos. Esto ha cambiado mucho.
¿Que piensas de nuestros vinos locales?
Manilva desde siempre ha poseído una gran riqueza vinícola al cultivar la uva Moscatel Alejandrina que tiene como cualidad muy importante servir para uva de mesa, uva de pasa y uva de vino. Pero ¿Qué es lo que pasa? Pues que ésta es una zona de pequeñas explotaciones, lo que debe conllevar una apuesta de todos por intentar sacar un buen vino, en definitiva, inversiones. Además, se debería reactivar la Cooperativa y hacerla mas dinámica, adaptada a las nuevas necesidades que han surgido. No podemos olvidar que Manilva es parte de la Costa de sol y por lo tanto también ha sufrido el boom inmobiliario, el ladrillazo, con lo que se han dejado de cultivar muchas parcelas y otras han sido sustituidas por urbanizaciones, eso, lógicamente, afecta en negativo porque la industria del vino en Manilva ya no es el sostén económico de las familias, sino una actividad secundaria, complementaria a otras. (Ronda empezó hace tan solo 8 años a apostar por el vino, y aprovechando las líneas de subvenciones de los fondos ceder, hoy en día está destacando en producción y calidad)
¿Qué tipo de sugerencias tienes?
Bueno, dar sugerencias en este sentido es complicado. Pienso que debemos actuar con rapidez tomando como ejemplo lo que sucede en otros lugares. La Cooperativa debe modernizarse, crear una imagen propia de nuestro producto y difundirla. Es un esfuerzo de todos los que nos sentimos identificados con nuestros viñedos.
Te veo una persona aunque muy joven, bastante sincera y con las ideas claras.
Gracias por ese comentario, a veces uno no sabe que imagen esta dando y la sinceridad es una gran virtud. Ya voy camino de los treinta y algo voy aprendiendo por el camino, desde luego que siempre con una actitud de continuo interés por aprender y por superarme… A todo ello hay que añadirle un poquito de ambición por cambiar las cosas y mejorar tu vida y la de los que te rodean. No hay que ser inmovilistas sino procurar cambiar las cosas cuando no están como tú crees que deben estar.
Tengo un amigo abogado, que me dice que aunque se solidariza, le ha venido fenomenal la crisis para su despacho….y a la venta de lotería?
En mi caso más que aumento de las ventas lo que ha habido ha sido una compensación. Cuando me hice cargo del negocio estábamos en pleno boom de la construcción con lo que teníamos una gran población flotante dedicada a estos servicios que acudía a jugar. Ahora ellos ya no están, bajan las ventas, pero van apareciendo nuevas caras, algunos vecinos de siempre que retoman la ilusión y otros que han llegado nuevos. Nosotros seguimos trabajando con la misma ilusión por ofrecer el mejor servicio.
¿Cómo empezó esto de vender lotería en la familia?
Fue en el año 1971 cuando un vecino de Estepona llegó a nuestro Bar con una caja que contenía sellos y boletos y la propuesta de que mi padre diera ese servicio en nuestro pueblo. El primer juego que se comercializó fue la Quiniela de fútbol al que se le unió en 1985 la Lotería Primitiva, a partir de ahí hemos ido vendiendo los distintos juegos que Loterías y Apuestas del Estado ha ido sacando al mercado.
Un tema muy común en este tipo de establecimiento son sus premios. Cuando inauguramos el nuevo local, en 2004, mi padre selló una Lotería Primitiva con un premio de segunda categoría, correspondiéndole al agraciado la cantidad de unos 60.000 euros. Antes de este premio se han repartido cantidades más o menos interesantes que han ayudado a los afortunados a tener un respiro. Muchas son las anécdotas que recuerdo en este sentido o que me cuentan los propios clientes. Los hay que el premio les llegó cuando estaban a punto de casarse y con ese dinerito pagaron la boda e incluso adquirieron locales donde montar su negocio, a otro les sirvió para arreglar el piso, hay quienes lo invirtieron en pagar deudas que les apremiaban, etc.
Desde la Delegación provincial nos animan mucho y están bastante satisfechos con nuestra forma de trabajar.
Que haría un lotero, si le tocara un buen bote.
No puedo decirte que no lo haya pensado nunca puesto que este es quizás uno de los temas que más se escuchan en la tienda… Todos albergamos algún sueño que queremos cumplir a la hora de sellar nuestros boletos… En mi caso, lo tengo bastante claro, no es un tema que me obsesione pero si que tengo algunos sueños por cumplir: viajar más y durante más tiempo, dedicarme a mis hobbies más olvidados y hacer todas esas cosas que siempre vas dejando para otro día.
También me gustaría colaborar de manera mas activa con organizaciones que trabajan para ayudar a los demás y donaría fondos para que se investigase en pos de encontrar una cura lo más rápidamente posible a las enfermedades que azotan la humanidad. Realmente, creo que son esas cosas las que hacen que el dinero valga la pena.
Hablemos de recuerdos. Del Bar Madrona. De tu padre.
Si cierro los ojos y me pongo a recordar lo primero que viene a mi cabeza son sonidos: oigo el rumor de los clientes, cada uno en sus charlas, también el tintineo de las maquinas; las tragaperras, la del café, la validadora de las apuestas… Seguidamente aún soy capaz de percibir el olor del bar; a comida, a vino y dependiendo del día, el olor a mar que traía el levante. También recuerdo el tacto de la piel de mis padres. Las manos trabajadas de mi padre que acariciaba mi cabeza, o la de cualquier cliente que me saludaba afectivamente como alguien más de la familia. Recuerdos hay muchos, tantos como los que pude acumular mientras crecía.
El Bar no lo fue siempre. Cuando mi bisabuelo José López Granados llegó a Manilva allá por los comienzos del siglo pasado lo primero que se construyó fue una pequeña taberna junto a una tienda de comestibles al uso en aquella época que servía a los escasos vecinos de la barriada y a los que venían desde los cortijos colindantes.
Con el paso del tiempo se transformo en Hostal, utilizándose la segunda planta y las habitaciones que existían alrededor del patio. Su ubicación, a pie de una carretera tan importante como la Nacional 340, hizo que pernoctasen camioneros y “viajantes” primero y poco a poco turistas que ya en los años sesenta comenzaban a conocer nuestro maravilloso pueblo.
Fíjate, hasta que punto quedarían satisfechos, que incluso una vez cerrado el Hostal y con nosotros viviendo allí todas los inviernos recibíamos la visita de un matrimonio alemán por cuya peculiar fisonomía y altura llamaban la atención en nuestro pueblo. Eran conocidos como “los alemanes”.
Entre tanto el negocio había cambiado, ahora se servían comidas, era el “Restaurante Madrona” lugar de paso de muchísima gente, algunos anónimos y otros más conocidos. Por allí pasaron cantaores como el Beni de Cádiz o Camarón, políticos tan conocidos como Julio Anguita o Adolfo Suárez y artistas de todo tipo, como el reconocido poeta Rafael Alberti.
Finalmente, el Restaurante se cerró y continúo siendo cafetería. El Bar Madrona era el lugar de reunión de la época, punto de encuentro donde se sucedían a diario anécdotas de todo tipo: Mi padre era conocido por una tapa que se llamaba “Concejales”. Sabes que eran los “concejales”? (ya me va a poner en un compromiso) , pues no era otra cosa que “chorizos en vino”. Todo el mundo iba buscando “concejales” y mi padre les servía chorizo. El tenía ya un nombre, que se lo podía permitir. Yo desde luego, no lo haría hoy por hoy, pero al bar iba el alcalde y los concejales y se lo ponía.
Recuerdo que mi padre me contó que en el control que la guardia civil tenía montado junto al bar había una garita y, una vez, uno de los guardias que tenía novia en Guadiaro le pidió que se pusiera el tricornio y la capa y se metiera en la garita para hacerle la guardia. (Dios mío, y luego se quejan aquí de que Franco no quiso parar).
Durante los años en que mi padre llevó el Bar era muy difícil distinguir quien era familia y quien clientela, pues la gente se pasaba horas y horas allí. Puedo decirte que he pasado mi infancia en él, ya que nuestra casa estaba justo encima.
Con el paso del tiempo la carretera le fue ganando terreno al bar, una vez se empotró un camión y a punto estuvo de herir a un cliente que siempre ocupaba la mesa donde fue a parar el vehículo, por suerte ese día se había retrasado. La carretera adquiría peligrosidad… En el año 2002 llegó el soterramiento y con él la demolición del Bar y nuestro traslado a un nuevo local.
Mi padre era una persona muy positiva. Un soñador. No estaba atado a cosas materiales, era muy desprendido. Ayudó a mucha gente. Cuando llegaban las levanteras, muchos vecinos de las chozas en lugar de ir al banco, iban al Bar Madrona a buscar a mi abuelo y a mi padre que tenían campos con boniatos y trigo en lo de “Bernardo”, la gasolinera y la Noria para que les diera sustento pues no existía subsidio ni paro. Tenía una sensibilidad increíble y facilidad para la poesía, así como una memoria histórica impresionante y si estuviera aquí te estaría relatando con exactitud todo tipo de anécdotas de la época. Era muy divertido y siempre tenía una historia que contar.
Pero, cuidado, la historia del Bar Madrona no estaría completa sin mencionar a mi madre, Leo, mujer trabajadora donde las haya y gran relaciones públicas. Mano a mano levantaron el negocio. A los dos les estoy agradecido por lo que soy.
Esto ha llegado a su fín. Jose Antonio, la fotógrafa y yo, decidimos apagar la grabadora y dejarnos llevar por los recuerdos, los proyectos personales, el día a día en el mundo de la empresa, la recesión o la crisis, nuestras asociaciones, nuestras aspiraciones y el Pedro Ximénez que ya va haciendo mella en nuestra correcta pronunciación.
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Manolo El Cali, Pepe El Merengue, Antonio Madrona y Alonso |
Centro:Antonio Madrona-senderista |
(Fotografía Archivo personal de Conchi Ferrer)
Esta semana, tampoco me ha tocado la primitiva, pero me temo que he hecho un buen amigo. Eso que me llevo, que no es poco.
Se acerca la Navidad y la época en que todos tenemos que ser felices, por tradición y porque lo dice el Corte Inglés. Vamos pensando ya nuestros propósitos de cambio para el año que viene. Pueden ustedes proponerse dejar de fumar en el 2009 o cualquier otra cosa. A nosotros nos gustaría proponer que se intentara consumir todo lo posible en nuestra localidad. Yo les propongo que salgamos a la calle cualquier día y nos tomemos una copa o un mosto con ese amigo, vecino o pariente, cónyuge, progenitor/a, hijo o hija que lleva tiempo reclamando nuestra atención.
En Enero, aprovechando que los pastores que “abajaban” por los cerros de Manilva, estarán de vuelta, subiremos con ellos para arriba, a ver que nos cuentan nuestros hermanos.
Este año, vamos a tolerarnos todos un poquito más. Nos lo merecemos.
Carl Zuckmayer, Escritor alemán, dijo: “La mitad de la vida es suerte, la otra disciplina; y ésta es decisoria ya que, sin disciplina, no se sabría por dónde empezar con la suerte”
No hay nada mejor para el rico y para el pobre que una buena copa de vino en agradable compañía, pero atendiendo al viejo proverbio japonés: “Con la primera copa el hombre bebe vino; con la segunda el vino bebe vino, y con la tercera, el vino bebe al hombre”
En la revista Manilva, nuestro ilustrado vecino, Marcos Vázquez encabezaba así un artículo acerca de la historia de Sabinillas…
“ ¿ Porqué comenzar un artículo de Sabinillas hablando del bar Madrona?. Creo que es bien sencillo, ese rincón de Manilva, guardaba en su interior parte de la memoria de este pueblo y de él en pocos años no se sabrá nada…si hay un lugar en nuestro municipio de gran significado para muchos y que esté en el recuerdo de todos este es el bar “Madrona”…
Agradecimientos: (las fotos son extraídas de la revista Manilva N 8 – Primavera 2003 y provienen del archivo personal de Conchi Ferrer, documentando gráficamente el artículo “Sabinillas” de Marcos Vázquez Candiles)
I CONCURSO DEL VINO DE MANILVA (Agricultura y Promoción e imagen del Excmo. Ayuntamiento)