La cara de la enfermedad siempre es cruel, pero se acentúa aún más cuando afecta a los niños. Este es el caso de Eva María García, una pequeña de cuatro años, que necesita un trasplante de médula ósea que le ofrezca la oportunidad de vencer el síndrome mielodisplásico que sufre, un padecimiento grave de la sangre. La niña lleva casi cuatro meses ingresada en el Hospital Materno Infantil, donde le harán el trasplante dentro de unos días. El paso más complicado ya se ha dado: hay un joven alemán que presenta el máximo grado de compatibilidad con Eva María y va a donarle la médula ósea.
Cuando la pequeña supere un resfriado, estará una semana con un fuerte tratamiento para eliminar su médula enferma. A continuación, recibirá la nueva y se abrirá una luz en su horizonte vital. El padre de la niña, Manuel García, dice que tanto su mujer como él estarán infinitamente agradecidos al donante de su hija. «Estar esperando el trasplante es desesperante. La vida de mi hija está en juego. Que una persona a la que no conocemos de nada, y que vive en Alemania, esté dispuesta a donar su médula es para agradecérselo eternamente», y añade: «La gente debe concienciarse de que una extracción de médula ósea no supone riesgo para el donante y es un acto que puede salvarle la vida a un enfermo».
Eva María empezó a sentirse mal el verano pasado. Tras una serie de pruebas, los médicos determinaron que la solución a su padecimiento era un trasplante de médula. Como entre sus familiares no había nadie compatible, se recurrió al registro internacional de donantes.
La madre de la niña, Nina Rodríguez Jiménez, cuenta que en estos días previos al trasplante están experimentando a la vez una fuerte tensión y una gran esperanza. «Mi hija nos pregunta cuándo se va a poner buena. Y eso es lo que más deseamos». Manuel García y Nina Rodríguez, que tienen otra hija, viven en Sabinillas, y sólo esperan una cosa: que la médula que recibirá Eva María la cure.
Fuente: Diario Sur